El malestar psíquico puede causar tantas dificultades como un dolor físico. En general no solemos dudar de ir al médico cuando tenemos un síntoma físico, pero un malestar psíquico o un problema psicológico –que puede causar muchas dificultades- suele ser desvalorizado, pensando que “se pasará con el tiempo”, que “eso es así y no puede cambiar” o que “es un rasgo de nuestro carácter”, por ejemplo. Sin embargo, frecuentemente, los problemas llegan a agudizarse y a complicarse.

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Los signos de que algo ocurre pueden ser variados y de distinta intensidad, dependiendo de cada persona: dificultades en la vida amorosa, familiar o laboral, ante situaciones de cambio o crisis (pérdidas, duelo, enfermedad, separación, etc.), sentimientos de soledad, angustia, ansiedad, inhibición, miedos, fobias, ideas depresivas, ideas obsesivas o de culpabilidad, obsesiones, adicciones (alcohol, drogas, juego, etc.), anorexia, bulimia, síntomas psicosomáticos, etc.

El trabajo terapéutico que iremos desarrollando se basa en la escucha y en hablar de lo que ocurre, dentro del marco de la terapia y de la relación de terapéutica, lo cual permite ir encontrando y “desanudando” esos puntos de dificultad que están causando dichos síntomas o que se expresan a través de ellos. Ello irá dando paso a cambios, decisiones o posiciones ante las situaciones y la vida en general más acordes con la persona y que permitan su bienestar.